Ahora que me baja por el
espinazo este sueño, y se detiene a medio camino, como buscando preguntas por
dónde ir cavando. Ahora ya no podré desviarme más del terrón de la tierra y
tendrán que sembrar los huesos con plantel tierno y verter el dolor a sus
raíces abriendo al aire el aliento. Y el dolor bajará roca adentro y besará
algún día lo finito. Y el dolor no será más oscuridad espesa y nos encontrará
agarrados al corazón con las pieles, en el placer de la palabra. Y con el dolor
oxidaremos con el hierro de nuestro pueblo esta semilla que crece sin trabas,
hacia abajo y hacia arriba, buscando los senos del subsuelo y el baile del
viento.
Del árbol jóven, de las vértebras surgidas del
hoyo, haremos una arquitectura sencilla, amable al ojo de quien la mira. Todo
su acodo completo porque es un renacimiento. O bien es el consuelo final del
vencido en el combate entre iguales? Es quizás la usurpación propia, un cambio
de forma y materia, pigmento contra polvo bajo la lluvia.
Y si del fruto del árbol crecen otra vez los
gusanos? Hunden en la oscuridad como los polillas dentro de su hoyo de
alimento?
Espinazo que cruje a la vista, como las ramas se
retuercen por el alma del viento: fuerte como hierro y persistente como la
lluvia. Mil pedazos de ti en la lluvia.
Pau Vadell i Vallbona
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